Felipe Carrillo Puerto. Nuestro estado, en particular los municipios de José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto, somos fieles y orgullosos guardianes de patrimonios históricos en que se han constituido las iglesias católicas construidas durante la época colonial. Mudos testigos de la Guerra Social Maya, se yerguen majestuosas las iglesias de Tihosuco, Tepich, Xkabil, Sabán, Huaymax, San Antonio Tuk, Xquerol, Polyuc, Chunhuhub, Lalcah y quizá la más antigua durante ese periodo en la zona centro, la de Sacalaca, todas pertenecientes al Partido de Beneficios Altos. En cuanto a estos edificios que ya son parte de nuestro rico patrimonio histórico y cultural, recordemos un poco sobre la presencia de de frailes franciscanos a la Península de Yucatán como una consecuencia de la colonización y la exigencia de evangelizar a los naturales, según los intereses de la Corona Española y los de la Nueva España.
En este sentido, en su tesis de doctorado presentado ante la Universidad de Cataluña, la maestra Carmen Ordaz Tamayo habla de manera muy amplia sobre la arquitectura religiosa virreinal de Yucatán, a la cual pertenecen nuestros edificios históricos ya mencionados. Señala que, en el año de 1537, bajo el mando de Fray Jacobo de Testera inicia la entrada de frailes franciscanos a Yucatán y entre 1544 y 1545 llegan a esta parte de la Península el segundo grupo procedente de Guatemala y de la ciudad de México. Añade que en el año de 1549 se consolida la provincia franciscana de San José en Yucatán y Fray Luis de Villalpando fue electo custodio de los pueblos de Mérida, Campeche, Maní, Conkal e Izamal.
Es así que debido a manifiestos abusos contra los nativos en el proceso evangelizador, en el año de 1562 se instauran las ordenanzas y disposiciones del licenciado Tomás López de Medel, visitador general de la provincia para supervisar entre otros el mal trato que sufrían los indígenas, verificar y arreglar los abusos y reordenar la evangelización en la región, entre éstas la de ampliar la construcción de monasterios y templos. Las ordenanzas fueron: 1º, concentración de los indígenas dispersos en las congregaciones; 2º participación de los naturales en el gobierno de los pueblos; 3º la organización de la vida cultural y religiosa bajo el mando de tales autoridades indígenas incondicionales de los conquistadores y 4º, finalmente la adopción de medidas regulatorias de las tributaciones de las encomiendas.
Iglesia de Sacalaca
De acuerdo a datos obtenidos en la citada tesis de doctorado, “Para 1561 varios de los conventos estaban iniciados y había la necesidad de la construcción de otros.
Esta situación de la Provincia se ve reflejada en una licencia que el Virrey dio al padre Bienvenida con fecha 6 de noviembre de 1561. En esta real cédula se les concede a los franciscanos la aprobación de las obras y también se ordena la ayuda de los encomenderos para la construcción de iglesias y monasterios, el costo de las edificaciones se haría conforme al lugar donde se erigiesen, participando ya bien sea la Corona a costa de la hacienda real y la ayuda material de los indios o se repartiría entre la Corona y el encomendero, en pueblos encomendados a particulares, siempre con la participación de los indios en la construcción de los edificios. Para 1563 ya habían fundados 12 conventos, de los cuales seis estaban terminados y dos comenzados a edificar. A finales del siglo XVI (1586) ya existían 22 y para el siglo XVII sube a 32”.
La real Cedula dice: “Por la presente doy licencia a los religiosos de la dicha orden de San Francisco para que puedan cavar y se acaben el monasterio que tiene comenzado a edificar en el pueblo de Campeche, que esta en la Real Corona y otros en el pueblo de Calcini encomendado en la viuda de Santa Clara, y otro convento en la ciudad de Mérida, y otro en los pueblos de Mani y Ticul que están en la Real Corona, y otro monasterio en los pueblos de Homún y Hocabá encomendado en particulares, y así mismo los conventos que están señalados en el pueblo de Sotuta y su provincia encomendados por particulares y otro si se sabe otro monasterio que esta comenzado en el pueblo de Izamal encomendado en particulares, y otro si se haga otro convento que no esta comenzado en el pueblo Cicontún encomendado a particulares, y otro fuera de la villa de Valladolid en la demarcación de los Indios y otro en Comolchen provincia de los Cupules, y otro en Motul provincia de Quehpeche y otro convento en el pueblo de Kunka y otro en el pueblo de Cacalaca (Sacalaca) que es provincia de Cochoah (hoy en el municipio de José María Morelos) todos estos dichos pueblos son encomendados en particulares para el edificio de los cuales con tanto que sean las casas humildes”…. Para lograr un mejor desempeño en la labor evangelizadora, en la península de Yucatán se establecieron divisiones o partidos que comprenden los de Mérida, con jurisdicción en el Convento grande de San Francisco y la Mejorada.
Partido de la Costa: Cacalchen, Cansahcab, Conkal, Dzidzantún. Izamal, Ixil, (Capilla de visita). El partido de la Sierra abarca los conventos de Maní, Tekax, Oxcutzcab, Ticul y Teabo, mientras que el de Valladolid: las iglesias de los pueblos de Cenotillo, Tixcacalcupul y Uaima. Sacalaca perteneció entonces al partido de Beneficios Altos que incluía al de Ichmul, Lalcaj, Tepich, Sabán, Tihosuco, Tiituk, Polyuc y Chunhuhub. Cabe señalar que, además, existen evidencias de iglesias católicas coloniales en Kankabchen, Xnoh Cruz e incluso el Punto Put se localiza en el centro de un basamento de lo que fue una construcción católica. En otros puntos del estado tenemos las de Bacalar, Oxtancah, Chichan Ha y Ecab. Particularizando sobre el pueblo y la iglesia de Sacalaca, el profesor Miguel Cervantes Aguilar consigna en su libro “Edificios religiosos en Quintana Roo” que hacia el año 1550 se congregaron pueblos que incluyeron los ubicados desde Kanpokolche hasta Tinun. La encomienda de Sacalaca en 1579, agrega, pertenecía a Pedro de Valencia, años después es heredada por clemente de Valencia y el resto lo tenía Juan Gil de la Cruz. Mas tarde, aparece dividida en tres encomenderos, siendo el último, Juan Farfán de quien se tiene noticias en 1579 (Roys, 1957). La población cuenta con dos templos religiosos de la colonia, el primero se encuentra aproximadamente a unos 400 metros del actual centro de la población edificado sobre lo que probablemente fue una plataforma maya y tiene un atrio bordeado de mampostería.
Cuenta con escalinatas de acceso y se llega a través de una rampa de piedras labradas y es de fachada sencilla con 5 campanarios y un poco más arriba y a los costados presenta adornos en forma de flor formada de pétalos romboidales. Subraya que para 1723 la iglesia de Sacalaca tenía como visitas a Dzonotchel y San Luis Petul y en 1736 el sacerdote Joseph Antonio de Iguala, reportó haber dotado de altares a la cabecera de este templo. Otra característica singular de este templo es la torre de la escalinata para llegar al coro, que es de forma cilíndrica y con techo de media naranja. El coro carece de entarimado original y para tener acceso a él, los lugareños han colocado rollizos de madera. Frente al templo se ubica un pozo con brocal y plataforma de reciente remodelación sirvió como fuente de abastecimiento a los religiosos y a los habitantes, añade el autor tekaxeño. Este conjunto, fue restaurado durante la administración del presidente municipal morelense Pedro Pérez Díaz 2005-2008 con miras a su incorporación a la llamada “Ruta de las Iglesias”.
El propósito es el de promover en esta región actividades eco turísticas que permitan mejorar la economía de una vasta región que comprende desde Tepich hasta Chunhuhub, pasando por Tihosuco, Sabán y San Antonio Tuk, entre las más importantes. El segundo templo es de construcción más sencilla, se hace con detenimiento, pues las esculturas en él encontradas lo hacen de particular singularidad. Lo más notable, dice el profesor Aguilar Cervantes, es el camerín dedicado a la patrona del lugar: La virgen de la Asunción, constituido por dos cuartos de mampostería y representa uno de los ejemplos más tardíos y además, bastante extraño en esta región y según investigaciones de Miguel A. Bretos, este camerín fue terminado en el año de 1748. A igual que las capillas destinadas a los indios, está es una construcción bastante grande, originalmente con techo de enramada, con excepción del sagrario que cuenta con una bóveda de mampostería.
Posee altar de mampostería, indudablemente y con base a las observaciones efectuadas, esta capilla debió de tener magníficos retablos desaparecidos por el fuego de la guerra o el saqueo indiscriminado. Al extremo derecho de la fachada principal se encuentra un cuarto de mampostería utilizado como baptisterio, en el que no hay huella de pila bautismal (esta probablemente sea la que se encuentra en el primer templo). Las esculturas de “Adán y Eva” que por mucho tiempo estuvieron arrumbadas entre las paredes de dicha casa, posiblemente formaron parte de alguna representación pétrea adosada a la pared de la misma. Otras tres esculturas se encontraban en la fachada principal; dos representando a frailes tallados de un cuerpo entero (actualmente a buen resguardo) y la tercera se encuentra en un nicho situado arriba de la ventana del coro, representando a una virgen bellamente labrada de cuerpo entero.
Tal parece que desciende para posarse en la plataforma sostenida por querubines tallados en alto relieve. Existen vestigios de la huerta, así como de un imponente cerro maya. A 500 metros de esta construcción. Se ubica un cenote con casi 40 metros de diámetro y una profundidad de 30 metros hasta el espejo del agua. El pueblo de Sacalaca reclama como muchas comunidades mayas, la atención de sus autoridades para salir de la marginación en tanto que sus iglesias, continúan siendo testigos mudos de la cruenta lucha que sostuvieron los mayas por su libertad y justicia. En trabajos subsecuentes, continuaremos con otros monumentos históricos de la Ruta de las iglesias hasta terminar con el histórico una narración del monasterio de Tihosuco, lugar que fue cabecera del partido de Beneficios Altos y a la postre, escenario de la rebelión maya de 1847.
Mario Chan Colli
Cronista de la Ciudad.
Revisado: 9-FEB-23